#13 Saltando la Zanja Fea y Ancha de Lessing
February 16, 2013Dr. Craig,
En mi libro tengo un capítulo donde argumento que si Dios se reveló en el pasado histórico (en lugar de revelarse en la historia de nuestros días), entonces él escogió un medio muy pobre para hacerlo. También argumento que si Dios escogió revelarse en la era pre-científica supersticiosa del pasado, optó por una época pobre para hacerlo. Parece que casi cualquier cosa puede ser negada racionalmente en la historia, aún si el acontecimiento haya sucedido, en especial en el pasado supersticioso cuando este trata con seres sobrenaturales y sus supuestos milagros. Como evidencia de esto, hay ahora muchas personas racionales que afirman que Jesús nunca fue una persona histórica del pasado, aunque sigo pensando que lo fue. Aunque he aprendido mucho de usted de sus clases y de sus escritos, y aunque casi puedo anticipar su respuesta, ¿ha usted alguna vez realmente sentido la fuerza de Gotthold Lessing's “ugly broad ditch,” (la Zanja Fea y Ancha de Lessing) la cual él dijo que no pudo cruzar por más que lo intentó? Gotthold Lessing (1729-1781) argumentó, "Una cosa son los milagros que veo con mis propios ojos y tengo ocasión de comprobar por mí mismo, y otra cosa son los milagros de los que sólo por la historia sé que otras personas dicen haber visto y comprobado " "pues vivo en el siglo XVIII cuando ya no se dan milagros; El problema es que las noticias de milagros no son milagros... [ellos] han de influir mediante algo que les quita toda la fuerza".
John
United States
Respuesta de Dr. Craig
R
¡Que bueno es escuchar de usted, John! Usted pregunta si alguna vez realmente he sentido la fuerza de Lessing's “ugly broad ditch,” (la Zanja Fea y Ancha de Lessing), la cual él dijo que no podía saltar. La respuesta es "Sí, dependiendo de cómo usted interpreta esta metáfora." La primera vez que me familiarice con la zanja de Lessing fue en las clases de teología en la Universidad Wheaton y he tratado de ofrecer una respuesta adecuada a la misma.
Para el beneficio de aquellos que no están familiarizados con la obra de Lessing, “On the Proof of the Spirit and of Power” (Sobre la Demostración en Espíritu y Fuerza) escrita en el 1777, permítanme explicar brevemente su desafío. Lessing aceptó la clasificación de las verdades como verdades de la razón (verdades necesarias, las cuales son demostrables sólo por la razón) o como verdades de hecho (verdades contingentes, conocidas de manera empírica). Su afirmación fundamental es que las verdades contingentes de la historia nunca pueden convertirse en la prueba de las verdades necesarias de la razón. El problema es que Lessing pensaba que las verdades de la religión pertenecen o deberían pertenecer dentro de las verdades de la razón. Por lo tanto, las verdades religiosas no pueden ser probadas por la investigación histórica. Esta ruptura entre las verdades contingentes de la historia y las verdades necesarias de la religión es la zanja fea que Lessing afirma no poder cruzar. Si él tiene razón, la apologética histórica para el cristianismo es un esfuerzo inútil y equivocado.
El argumento de Lessing está tan confuso que es fácil, a un nivel, abrir agujeros en él:
(1). Es incorrecto que las verdades contingentes no pueden servir como prueba de las verdades necesarias. Lessing refleja el pensamiento de Leibniz, Kant y otros de su día de que las verdades necesarias, ya sean analíticas o sintéticas, eran conocidas a priori, es decir, no están sobre la base de la experiencia. Pero uno de los puntos de vista de Saul Kripke en nuestros días es que también hay verdades necesarias que se conocen a posteriori, por ejemplo, que el Oro tiene el número atómico 79. Esta no es una verdad que podríamos saber solamente por la razón, pero una vez que uno se familiariza con el elemento oro, podemos ver que un elemento que tiene un número atómico diferente al 79, no importa lo mucho que se parezca al oro, no es oro.
Además, Lessing combina la necesidad con la certeza. Él piensa que las verdades necesarias son más ciertas que las verdades contingentes. Esto es manifiestamente falso, ya que los problemas no resueltos de la matemática como la Conjetura de Goldbach, la cual puede ser necesariamente verdadera o necesariamente falsa, aunque nadie sabe cual se muestra. Por el contrario, tengo tremenda certeza de que George Washington una vez fue el Presidente de los Estados Unidos, aunque esto sea una verdad histórica contingente. No hay ninguna razón para que una verdad contingente, la que es conocida con confianza, no podría servir como evidencia para una verdad necesaria menos obvia.
(2). Se confunde la identificación de las verdades religiosas con las verdades necesarias. Ciertamente, algunas verdades religiosas, como Dios existe, podrían ser necesarias, pero no hay razón alguna para pensar que todas las verdades religiosas son verdades necesarias. Esto es especialmente evidente en el caso de una religión histórica como el cristianismo. ¿Por qué pensar que las verdades de la encarnación de Jesús, su nacimiento virginal, sus milagros y exorcismos, su crucifixión, sepultura y resurrección no son verdades religiosas sólo porque son afirmaciones contingentes e históricas? Los prejuicios culturales de Lessing para el Deísmo se muestran en este punto.
(3). Las verdades históricas pueden servir como prueba de por lo menos las afirmaciones históricas de la religión. Consideremos lo que los cristianos confesamos acerca de Jesús en el Credo de los Apóstoles:
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de la Virgen Maria.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Este credo es una mezcla de afirmaciones históricamente verificables y no verificables, todas ellas confesadas como verdades de la religión Cristiana. Aún si la evidencia histórica no puede servir para establecer las verdades como la concepción virginal o el descenso al infierno, no hay razón de que la evidencia histórica será irrelevante para las demás afirmaciones hechas por la fe cristiana, por ejemplo, la maravillosa línea "padeció bajo el poder de Poncio Pilato.”
Así que, como digo, el pensamiento pobre de Lessing es superficialmente fácil de refutar por medio de aseveraciones. Pero eso sería pasar por alto el problema más profundo que se acecha aquí. El problema no es, como usted sugiere, que "casi cualquier cosa puede ser racionalmente negada en la historia." Esa afirmación es patentemente falsa, John, y estoy seguro de que usted la retractaría si pensara más sobre eso. Actualmente estoy revisando mi capítulo en Reasonable Faith (Fe Razonable) sobre la objetividad del conocimiento histórico, el cual me ha llevado de nuevo a los debates en la filosofía de la historia. Las afirmaciones de los filósofos post-modernistas de historia de que el conocimiento del pasado es imposible han sido rechazadas casi universalmente por los historiadores profesionales. C. Behan McCullagh, por ejemplo, respondiendo a las afirmaciones post-modernistas de que todo es interpretación, se queja, "Ellos ignoran el hecho de que muchas interpretaciones de evidencias observables, muchos enunciados de hechos históricos particulares, están tan fuertemente apoyados como para ser virtualmente ciertos"(“What Do Historians Argue About?” (¿De qué Argumentan los Historiadores?) en History and Theory 43 [2004]: 22). Me recuerdo el comentario de Isaiah Berlin de que si alguien fuese a afirmar que las obras y sonetos de Shakespeare fueron escritos en la corte de Gengis Kahn en la Mongolia Exterior, ¡no diríamos que él simplemente está equivocado, sino que está fuera de si!
Con respecto a Jesús de Nazaret, según E. P. Sanders, "No hay dudas sustanciales sobre el curso general de la vida de Jesús: cuándo y dónde vivió, aproximadamente cuándo y dónde murió, y el tipo de cosa que hizo durante su actividad pública"((The Historical Figure of Jesús) (La Figura Histórica de Jesús) [Penguin Books, 1993], p. 10). La idea de que podemos negar racionalmente la existencia de Jesús no es una que los historiadores de renombre adoptarían, por racional que sean las personas a la que usted se refiera. Me parece irónico, John, que las personas que han abandonado la fe cristiana, como Robert Price, a veces giran tan lejos hacia la dirección opuesta que se han vuelto más crédulos y adoptan las posiciones más extremas que los puntos de vista fundamentalistas que alguna vez sostuvieron. No deje que esto le suceda a usted.
Tampoco creo que el punto de Lessing sea que los milagros no pueden estar sujetos a la prueba histórica. El argumento de Hume en contra de la identificación de los milagros ha sido explotado por filósofos como John Earman en su libro, Hume’s Abject Failure (El Abyecto Fracaso de Hume) publicado por Oxford University Press, en el 2000. No hay argumento a priori en contra del establecimiento de un milagro históricamente, usted va a tener que evaluar la evidencia en una base de caso por caso. Con respecto a la resurrección de Jesús, uno no necesita ir tan lejos como N.T. Wright cuando él estima la probabilidad histórica de la tumba vacía y las apariciones post-mortem de Jesús de ser tan alta como para ser "virtualmente ciertas, como la muerte de Augusto en el año 14 a.C. o la caída de Jerusalén en el año 70 d. C."(La Resurrección del Hijo de Dios [Editorial Verbo Divino, 2008] para reconocer que la evidencia es suficientemente fuerte para establecer esos hechos, como que la gran mayoría de los eruditos del Nuevo Testamento están de acuerdo. El que usted acepte o no una explicación milagrosa de esos hechos tiende a depender más de lo abierto que usted esté a las explicaciones sobrenaturales que a las consideraciones estrictamente históricas.
Entonces, ¿cuál es el problema de basar las creencias religiosas en pruebas históricas? El problema, me parece, es la relatividad de la evidencia histórica, así como la habilidad de uno para comprenderla. Tenemos tanto la evidencia de los manuscritos y las herramientas históricas de evaluación para proporcionar un buen fundamento para creer en Jesús como los Evangelios lo describen. Pero ¿qué pasa con las generaciones anteriores que carecían de la evidencia y de las herramientas que disfrutamos hoy? El hecho es que la gran mayoría de las personas a través de la historia y en el mundo de hoy no han tenido ni el entrenamiento, ni el tiempo, ni los recursos para conducir una investigación histórica de la evidencia de Jesús. Si insistimos en un fundamento histórico y de evidencia para la fe, entonces consignamos la mayoría de la población del mundo a la incredulidad y por lo tanto le negamos el privilegio de gozo y el privilegio de conocer a Dios en Cristo. Para mí eso es inconcebible. Este es, pues, la zanja fea y ancha que nos confronta: el hueco entre la situación epistémica de las personas históricamente condicionadas y la evidencia requerida para justificar la creencia Cristiana.
Fue el filósofo danés Soren Kierkegaard, quien creo que proporcionó la respuesta correcta a Lessing. Por medio de un encuentro existencial con Dios Mismo, todas las generaciones pueden hacerse contemporáneas con la primera generación. Por lo tanto, no somos dependientes de las pruebas históricas para el conocimiento de la verdad del Cristianismo. Más bien, por medio del testimonio interior e inmediato del Espíritu Santo de Dios cada persona puede llegar a conocer la verdad del Evangelio una vez que la oye. Este enfoque ha llegado a ser conocido, más bien de manera equivocada, como la epistemología Reformada. Alvin Plantinga ha explicado magistralmente ese enfoque en su maravillosa obra, Warranted Christian Belief (Creencia Cristiana Garantizada) publicada por Oxford University Press en el 2000. Este no es el lugar para defender ese enfoque, pero tal vez usted quisiera ver mi capítulo sobre la Epistemología Religiosa en mi libro con J. P. Moreland, Philosophical Foundations for a Christian Worldview (Fundamentos Filosóficos para una Cosmovisión Cristiana) publicado por Inter-Varsity en el 2003.
Así es como yo salto la zanja de Lessing. La fe cristiana está confirmada por la evidencia histórica para aquellos de nosotros que somos afortunados de estar situados epistémicamente de tal manera que podemos evaluarla correctamente, pero la creencia cristiana no está basada en evidencia histórica.
- William Lane Craig