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#693 El Adán histórico: ¿Qué está en juego?

January 21, 2021
P

Hola Dr. Craig, tengo algunas preguntas sobre la entrevista que usted hizo con el Dr. Joshua Swamidass en su canal Peaceful Science titulada “William Lane Craig termina su búsqueda de Adán y Eva”. Entre el tiempo 0:54 y 1:01 de la entrevista usted dijo ciertas cosas que encuentro un poco desconcertantes. Me gustaría escuchar sus aclaraciones y pensamientos sobre lo siguiente:

1. El Dr. Swamidass le preguntó lo que usted pensaba qué estaba en juego al comienzo de su investigación, usted dijo que "... por loco que parezca ... es la deidad de Cristo". Si le entendí correctamente, usted pensó que era importante mostrar que Adán y Eva eran figuras históricas porque Jesús (y los otros escritos del Nuevo Testamento) parece afirmar esa posición. Y Jesús habría tenido una creencia falsa con respecto a Adán y Eva si se hubiera descubierto que no eran históricos. Mi pregunta es: si su investigación lo hubiera llevado a concluir que Adán y Eva no eran figuras históricas, ¿se habría visto obligado a cuestionar la deidad de Cristo solo en este tema? ¿O quiso usted decir que todavía habría creído en su deidad (saber subjetivamente), pero tendría dificultades para defender tal posición (mostrar objetivamente)?

2. Usted estuvo de acuerdo con el Dr. Swamidass en que el fundamento de nuestra fe es la resurrección de Cristo. Pero el "mero cristianismo" no contribuye a la doctrina de la inerrancia de la Biblia, la cual usted pensó que también estaba en juego al comienzo de su investigación. Usted dijo que odiaría abandonar esta doctrina. Mi pregunta es: según su respuesta a la pregunta de la semana # 626, dijo “… Cuando vemos cómo Jesús consideraba el Antiguo Testamento, nos percatamos que él enseñó que ella era la Palabra inspirada y totalmente fiable de Dios…Creemos en la Biblia porque creemos en él”. ¿Aún usted mantiene la postura de que la deidad de Cristo puede afirmarse basándose únicamente en la evidencia histórica de la resurrección? Y si lo cree, ¿todavía podemos creer de todo corazón en la inerrancia del Antiguo Testamento y por eso esta doctrina no está en juego?

Doy gracias a Dios por su ministerio. Ha sido una gran bendición para mí de muchas maneras. Recomiendo su ministerio a otros cada vez que tengo la oportunidad. Es un poco triste que al crecer como un creyente evangélico nunca me hayan animado a amar a Dios con mi mente hasta que encontré su ministerio. Qué Dios continúe usando su ministerio para bendecir a otros.

Sam

Canadá

Canada

Respuesta de Dr. Craig


R

Agradezco tu pregunta, Sam, porque mis comentarios sobre este tema han sido mal entendidos por un ateo en un podcast, que hace parecer que no veo más remedio que abandonar la deidad de Cristo si resulta que no hubo un Adán histórico. Esa no es mi posición en lo absoluto.

De hecho, como te pueden decir aquellos que conocen mi trabajo, cuando me enfrento a una objeción a la fe cristiana, normalmente me gusta comenzar asumiendo el peor de los casos: “Supongamos que la objeción sea verdadera; ¿entonces qué ?" A menudo resulta que incluso el peor de los casos no es irrecuperable. A menudo, hay movimientos plausibles que el cristiano puede hacer para manejar la situación, incluso dada la verdad de la objeción.

(1) Entonces, con respecto a tu primera pregunta, lo que estoy diciendo es: “Supongamos que el objetor tiene razón. Supongamos que la evidencia científica muestra que no hubo un Adán histórico. ¿Cuál es la consecuencia para la fe cristiana?" Muchas personas han señalado que si no hubo un Adán histórico, entonces la doctrina clásica del pecado original, según la cual el pecado de Adán se imputa a todos sus descendientes, se desvanece. Estoy de acuerdo; pero dado que, como explico en mis clases de Defensores 3 sobre el pecado original, no considero que esta doctrina sea esencial para la fe cristiana, eso no es gran cosa en mi opinión. Si esa es la única consecuencia de la no existencia de Adán, entonces el peor de los casos no es tan malo después de todo.

Más bien, sostengo que la consecuencia más grave de la no existencia de Adán sería su impacto sobre las doctrinas de la inspiración de las Escrituras y la encarnación de Cristo. Pues si las Escrituras enseñan claramente que hubo un Adán histórico, entonces la falsedad de esa doctrina tendría un efecto reverberante sobre la doctrina de las Escrituras con respecto a la veracidad y confiabilidad de las Escrituras. Las Escrituras parecerían, entonces, estar convencidas de enseñar falsedades. Peor aún, si, como parece plausible, Jesús mismo creyó en la historicidad de Adán y Eva (Mateo 19:4-6), entonces habría tenido creencias falsas sobre Adán y Eva, lo cual es incompatible con su omnisciencia. Dado que la omnisciencia es una propiedad esencial de Dios, la negación del Adán histórico amenaza con anular la deidad de Cristo y, así, destruir la fe ortodoxa cristiana.

Así que me parece que aquí están nuestras opciones:

 

Si la existencia del Adán histórico es, de hecho, compatible con la evidencia científica, correctamente interpretada, como se indica en el lado derecho del diagrama, entonces no hay problema. Esta es la postura que mantengo.

Pero supongamos que el peor de los casos, representado en el lado izquierdo, es cierto. Si el Adán histórico no existió, una opción es afirmar que las Escrituras enseñan (aunque sea erróneamente) la existencia de un Adán histórico pero (asumiendo que la inspiración garantiza la verdad) restringir la inspiración y, por tanto, la garantía de veracidad, al contenido espiritual o teológico de la Escritura. En esta perspectiva, Dios se ha acomodado a hablar a través de las formas de pensamiento a menudo erróneas de una cultura, incorporando verdades teológicas dentro de las cáscaras de los errores científicos e históricos enseñados por las Escrituras. Muchos teólogos contemporáneos han optado por esta opción.

 

De forma alternativa, podríamos sostener que aunque los autores de las Escrituras pudieron  haber creído en una creación de seis días, un Adán histórico, un Diluvio global, etc., ellos no enseñaron tales hechos. Como la garantía de veracidad de la inspiración se aplica solo a lo que enseñan las Escrituras, no estamos comprometidos con la veracidad de las creencias personales de los autores. Muchos eruditos contemporáneos han adoptado esta opción para tratar con elementos de la narrativa del Génesis como el cosmos de tres pisos, el firmamento y las aguas sobre él, y un universo geocéntrico, y algunos han extendido este enfoque para incluir la creencia en un Adán histórico. Se supone que tales creencias son ajenas a las enseñanzas de las Escrituras, las cuales son verdaderas y autoritarias. Esta opción difiere de la primera en que niega que las Escrituras enseñen las doctrinas objetables. El desafío de esta opción es hacer una distinción entre lo que el autor creía y lo que enseñaba como plausible.

 

Pero aquí hay un problema más profundo. Si no hubo un Adán histórico, entonces juntamente con la doctrina de la inspiración también deberíamos necesitar un ajuste de la doctrina de la encarnación para permitir que Jesús considerara creencias falsas. Distinguir entre lo que él creía y lo que enseñaba no va a resolver el problema, ya que el problema planteado por su deidad es precisamente su incapacidad para creer en falsedades.

 

Entonces, ¿cómo podría el teólogo cristiano manejar este problema? Quizás la mejor manera de manejar este problema es haciendo la distinción entre aceptar una proposición p y creer en una proposición p. Esta distinción juega un papel importante en la filosofía de las matemáticas con respecto a los compromisos ontológicos del lenguaje matemático. Algunos pensadores sostienen que la creencia en la verdad incluso de enunciados aritméticos simples como 2+2 = 4 compromete a uno con la realidad de entidades platónicas independientes de la mente como el número 4. La creencia en los axiomas de la teoría de conjuntos de Zermelo-Fraenkl supuestamente nos compromete con la realidad de un conjunto infinito, un compromiso metafísico extravagante. La mayoría de los matemáticos y científicos practicantes probablemente no considerarían que han asumido tales compromisos metafísicos por medio de sus suposiciones o afirmaciones. Por lo tanto, es común distinguir entre aceptar un enunciado matemático y creer en una declaración matemática. Tal distinción no implica una insinceridad por parte del matemático o científico; de hecho, puede que él nunca haya pensado en sus compromisos ontológicos. Uno podría desafiar plausiblemente al platónico para que pruebe que la mayoría de los matemáticos y científicos, al dar asentimiento verbal y al depender en los enunciados de existencia matemática, realmente creen que hay objetos matemáticos como afirma el platónico que hay.

 

De igual manera, quizás podríamos distinguir entre aceptación de Jesús de p y su creencia en p. En su conciencia humana finita tal vez Jesús aceptó p, es decir, en forma verbal estuvo de acuerdo con p y sin reservas conscientes y silenciosas y dependió de p en contextos prácticos, sin creer en p. Pues lo que creyó la persona de Cristo es lo que creyó el Logos divino, la segunda persona de la Trinidad, ya que el Logos, no la mente humana de Cristo, es la persona que es Cristo, y el Logos no cree falsedades. Tal perspectiva incluso podría parecer producir una perspectiva más plausible de la encarnación, sin requerir reservas silenciosas por parte de Jesús cuando dijo de la semilla de mostaza que "es la más pequeña de todas las semillas" (Mateo 13:22) o de la luna. que "la luna no dará su luz" (Mateo 24:29) (lo que implica que la luna es luminosa), o del ojo que es "la lámpara del cuerpo" (Mateo 6:22). Tal perspectiva también podría producir un relato más realista de la experiencia humana de Jesús. A modo de ilustración, ¿Jesús de niño nunca escuchó un ruido en la habitación contigua y pensó: "Santiago ha dejado caer un martillo", cuando, de hecho, fue Jose quién hizo el ruido? ¿O vio a alguien en la distancia y pensó "ahí viene Maria", y resultó ser Elisabet? ¿No habría pensado Jesús naturalmente que, digamos, el sol se mueve por el cielo o que la luna es luminosa? Quizás podríamos sostener de manera similar que Jesús, aunque no creía que Adán fuera un personaje histórico, sin embargo, como condición de su encarnación, aceptó esta y muchas otras creencias falsas que tenían sus compatriotas.

 

El punto es que incluso en el peor de los casos, según el cual Adán no existió, la situación no es sin esperanza. Tenemos respuestas. Aún así, estas opciones nos envolverían en revisiones teológicas bastante extensas de las doctrinas de las Escrituras y la encarnación. Afortunadamente, esto es puramente académico, ya que en mi libro muestro que no hay incompatibilidad entre la existencia del Adán histórico y la evidencia científica sobre los orígenes humanos. Por lo tanto, no estamos obligados a adoptar las opciones del peor de los casos.

 

2. En cuanto a tu segunda pregunta, sí, la evidencia histórica de la resurrección de Jesús vindica sus afirmaciones divinas y así implica su deidad. La pregunta es: ¿cómo es compatible su deidad con sus creencias falsas que sostiene sobre Adán, suponiendo que Adán no existió? ¡Esa es mi respuesta a tu primera pregunta! En cuanto a la actitud de Jesús hacia el Antiguo Testamento, si Adán no existió, podríamos adoptar cualquiera de las dos opciones del peor de los casos que hice referencia anteriormente: o el Antiguo Testamento está inspirado solo en sus enseñanzas teológicas o el Antiguo Testamento tiene plena autoridad en todo lo que enseña, a pesar de que los autores del Antiguo Testamento sostenían varias creencias personales falsas. Entonces toda la Escritura es inspirada y, por lo tanto, es la Palabra de Dios para nosotros, pero la enseñanza de la Palabra de Dios no incluye la ciencia antigua.

- William Lane Craig