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#809 Justificación Forense

April 10, 2023
P

Estimado Dr. Craig, mi pregunta está relacionada a la eficacia de la sangre de Cristo.  He oído a algunos grupos pentecostales decir que la «remisión» del pecado significa que Dios REMUEVE el pecado. Sin embargo, mi investigación muestra que remisión significa indulto [pardon], no remoción.

Estoy al tanto de tales pasajes que parecen sugerir que los pecados son removidos pero el griego y hebreo de estas palabras no sugieren remoción sino perdón.

«Como está de lejos el oriente del occidente, así alejó de nosotros nuestras transgresiones». (Sal 103:12)

 «Arrojarás a las profundidades del mar todos nuestros pecados [no un registro de ellos]». (Miqueas 7:19)

«Yo, yo soy el que borro tus transgresiones». (Isaías 43:25)

Si los pecados son realmente eliminados, ¿por qué los cristianos siguen pecando?  No estoy cuestionando el poder de la fe y la sangre, solo no estoy seguro del «aspecto de remoción» del arrepentimiento y la remisión. ¿Me lo puede aclarar?

LaMonte

Estados Unidos

Respuesta de Dr. Craig


R

Tus recelos sobre la idea de que la remisión de los pecados implica eliminación y no perdón están bien fundamentados, LaMonte. La genialidad de los reformadores protestantes es que entendieron correctamente la enseñanza del Nuevo Testamento sobre la justificación. Alister McGrath destaca tres rasgos distintivos de la doctrina protestante de la justificación:

1.  La justificación implica una declaración forense de justicia que efectúa un cambio en el estatus legal de uno ante Dios, más que un proceso de transformación moral que lo hace a uno virtuoso.

2.  Hay una clara diferencia conceptual entre la justificación ('el acto por el cual Dios declara justo al pecador') y la regeneración o la santificación (el verdadero 'proceso interno de renovación por el Espíritu Santo').

3.   La rectitud [righteousness] justificadora de Dios se entiende como una justicia externa, «ajena», imputada por gracia al cristiano mediante el acto de fe [1].

No es que los reformadores negaran que Dios infunde justicia en nosotros, es decir, que nos hace justos mediante una transformación moral de nuestro carácter. Afirmaban esa infusión de justicia, pero consideraban que pertenecía propiamente a la santificación, esa transformación gradual del carácter en conformidad con la imagen de Cristo por el poder del Espíritu Santo que mora en nosotros (2 Corintios 3:18), y no a la justificación. Para Pablo, la justificación es una noción forense, la declaración legal de Dios de que somos justos. En el corazón de la justificación forense se encuentra el indulto divino. Por el indulto de Dios somos liberados de nuestra responsabilidad ante el castigo, de modo que legalmente somos inocentes ante el tribunal de Su justicia.

Como has dicho, si la remisión de los pecados implicara la eliminación del pecado de nosotros, entonces todos deberíamos ser personas perfectamente santas y sin pecado. Pero nuestro indulto legal por parte de Dios no transforma nuestro carácter y nos convierte en personas virtuosas como tampoco lo hace el perdón humano a un criminal convicto. Una y otra vez, los tribunales han insistido en que una persona puede sufrir diversas descalificaciones, a pesar de haber sido indultada, debido a su carácter defectuoso. Como escribe Samuel Williston, «aunque el indulto dispensa del castigo, no puede cambiar el carácter, y cuando el carácter es una cualificación para un cargo, tanto un delito indultado como un delito no indultado es prueba de la falta de la cualificación necesaria» [2]. Del mismo modo, aunque un indulto divino nos hace legalmente inocentes ante Dios, libres de la responsabilidad del castigo, es impotente por sí mismo para efectuar la transformación moral del carácter. Para ello, necesitamos la regeneración por medio del Espíritu Santo y su influencia santificadora para convertirnos en los hombres y mujeres que Dios quiere que seamos conforme avanza el tiempo. En este sentido, la santificación no es una transacción forense, sino una transformación moral del carácter y, por lo tanto, no se produce sólo por el indulto divino. Mientras que la justificación se produce instantáneamente y sin esfuerzo por nuestra parte, la santificación es un proceso que dura toda la vida y que puede ser doloroso y difícil.

[1] Alister McGrath, “Forerunners of the Reformation? A critical examination of the evidence for precursors of the Reformation doctrines of justification,” Harvard Theological Review 75 (1982): 223.

[2] Samuel Williston, “Does a Pardon Blot Out Guilt?” Harvard Law Review 28/7 (1915): 657.

- William Lane Craig