English Site
back
5 / 06

#817 Cristianos Ricos

February 27, 2024
P

Hola Dr. Craig! Envío oraciones para usted y el equipo de FR, y le agradezco por todo. Su trabajo ha sido un fantástico potenciador fe para mí y seguramente para innumerables otras personas; desearía poder estrechar su mano algún día.

Mi pregunta se refiere a la riqueza cristiana. En una situación en la que un cristiano verdaderamente guiado por el Espíritu también resulta ser rico o muy adinerado, ¿cómo debería aprovechar eso de manera responsable? Mateo 19:24 dice, Cristo hablando, «De hecho, le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios». Mi entendimiento es que este versículo enseña que sólo a través de la gracia de Dios podemos entrar en el Cielo y que las posesiones mundanas (y una dependencia de ellas) no pueden ayudar allí.

¿Pero Cristo también está aconsejando financieramente en este pasaje? Supongo que mi verdadera pregunta es, ¿hasta qué punto está bien que un cristiano sea rico? En un escenario en el que un cristiano también ganara mucho dinero, ¿sería pecaminoso, digamos, llevar a su familia a unas lujosas vacaciones?  ¿O comprar un coche deportivo, en lugar de un vehículo más barato y menos llamativo? Si un cristiano que diezma y da, y que además es rico, decide gastarse diez mil dólares en la construcción de un cine en casa, ¿contará eso en su contra por no dárselo a los pobres?

Recuerdo la historia de Judas y el perfume de Juan 12 y me pregunto si también tiene relevancia. ¿Puede un cristiano ser rico? ¿O estamos todos llamados a ser Juan el Bautista, viviendo con escasez?

Agradezco mucho su consejo.

Justin
Estados Unidos

Respuesta de Dr. Craig


R

Se trata de una pregunta muy personal que cada uno de nosotros que desee vivir como discípulo de Jesús debe responder por sí mismo.

Una de las razones por las que es tan difícil responder a esta pregunta es que lo que se considera «rico» es relativo. Puede que en los países del Primer Mundo no nos consideremos ricos si nos comparamos con nuestros compatriotas, pero es aleccionador darse cuenta de que si uno posee una bicicleta (por no hablar de un automóvil), es fabulosamente rico en comparación con gran parte de la población mundial. Pero no parece correcto sentirse culpable por poseer un coche en una sociedad en la que ese vehículo es casi una necesidad. En tal caso, parece que uno debería reconocer que es rico y estar agradecido a Dios por suplir tan abundantemente sus necesidades. El cristiano rico que lleva a su familia a unas vacaciones fastuosas puede ser también un filántropo generoso, que apoya la obra del Señor y gasta proporcionalmente mucho menos que la mayoría de la gente en sus vacaciones. Dada la relatividad de la riqueza con la persona, creo que es aconsejable no juzgar a los demás, sino juzgarnos a nosotros mismos para ver si somos buenos administradores del dinero que Dios nos ha confiado.

No creo que Jesús estuviera dando consejos financieros en el pasaje que citas, sino advirtiendo contra la fácil idolatría de la riqueza. El mero hecho de hacerse pobre no resolvería el problema del materialismo y el deseo de ser rico (Marcos 4:19). Una persona pobre podría estar obsesionada con deseos materialistas, mientras que una persona rica podría estar llena de gratitud hacia Dios por su bondad.

Dos pasajes del Nuevo Testamento me llevan a pensar que Dios no espera que todos nos convirtamos en Juan el Bautista. El primero es la conocida historia de la vida de Jesús sobre Zaqueo, el rico recaudador de impuestos. A raíz de su encuentro con Jesús, Zaqueo proclama: «Mira, Señor, ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes». (Lucas 19:8a). ¿Sólo la mitad? Eso podría parecer una pequeñez comparado con lo que le exigió al joven rico. Sin embargo, Jesús aceptó esta respuesta de Zaqueo. «¡Hoy ha llegado la salvación a esta casa!». (Lucas 19:9).

El segundo pasaje procede de la carta de Pablo a Timoteo, donde instruye explícitamente,

A los ricos de este mundo, mándales que no sean arrogantes ni pongan su esperanza en las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios. Él nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos. Mándales que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, generosos y dispuestos a compartir lo que tienen. De este modo, atesorarán para sí un seguro fundamento para el futuro y obtendrán la vida verdadera (1 Timoteo 6:17-19).

Nada más claro. En la Iglesia cristiana primitiva había ricos, y Pablo les dijo que no regalaran toda su riqueza, sino que cuidaran sus actitudes, que no despreciaran a los demás ni hicieran de su riqueza un ídolo. Más bien debían ser desinteresados y generosos en sus donaciones como expresión de su discipulado cristiano. Una vez hecho esto, son libres de disfrutar de las cosas que tienen.

Me parece un consejo pertinente para nosotros hoy. Comparados con la mayor parte del mundo, muchos de nosotros nos encontramos entre los ricos de este mundo. Debemos ser conscientes del engaño de las riquezas. Y deberíamos destinar una gran parte de nuestro dinero a la obra del Señor. En el pensamiento de Pablo, el modelo que debemos seguir no es el simple diezmo. Más bien el modelo es que debemos ser tan generosos como podamos para apoyar la obra del Señor (2 Corintios 9:6-11). Para los occidentales de hoy, creo que eso implica que muchos de nosotros deberíamos dar entre el 30% y el 50% de nuestros ingresos. Podemos arreglárnoslas con mucho menos de lo que ganamos.

Esto puede implicar una reestructuración radical de nuestras vidas y un rechazo de los valores culturales del Occidente materialista. ¿Podemos arreglárnoslas con un solo coche? ¿Realmente necesito ese reloj de lujo? ¿Es una buena administración gastar miles de dólares en un anillo de compromiso? ¿Debo gastar mucho dinero en una biblioteca personal? Éstas son las preguntas que deberíamos hacernos, no sobre los demás, sino sobre nosotros mismos.

- William Lane Craig