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Una perspectiva cristiana sobre la homosexualidad

Summary

En este artículo, Dr. Craig presenta una perspectiva cristiana sobre el delicado y contemporáneo asunto de la homosexualidad. Este artículo fue originalmente publicado con el nombre: "A Christian Perspective on Homosexuality". Se puede leer en su texto original en: http://www.reasonablefaith.org/a-christian-perspective-on-homosexuality.

Una de las controversias más difíciles e importantes a las que se enfrenta la iglesia de hoy es la cuestión de la homosexualidad como un estilo de vida alternativo. La iglesia no puede esquivar esta pregunta. Acontecimientos como el brutal asesinato de Matthew Shepherd, el estudiante homosexual en el estado de Wyoming o la reciente corriente de escándalos implicando a sacerdotes pedófilos que ha sacudido a la iglesia católica son suficientes para traer esta cuestión al frente y al centro de los [debates] de la cultura estadounidense.

Los cristianos que rechazan la legitimidad del estilo de vida homosexual son habitualmente etiquetados homofóbicos, intolerantes e, incluso, odiosos. A causa de eso, la cuestión de la homosexualidad ha provocado una tremenda intimidación, al punto que algunas iglesias han endorsado el estilo de vida homosexual y hasta han acogido a aquellos que lo practican a ser sus ministros.

Y no piense que esto ha sucedido solamente en iglesias liberales. Una organización llamada “Evangelicals Concerned” [Evangélicos Preocupados] formada por un grupo de personas quienes, a apariencia de todos, son cristianos nacidas de nuevo, creyentes en la Biblia, pero también son también practicantes de la homosexualidad.

Ellos alegan que la Biblia no prohíbe la práctica homosexual o que sus mandamientos no son válidos hoy, sino que simplemente son un reflejo de la cultura en la que fueron escritos. Esas personas a pesar de ser ortodoxas sobre Jesús y cualquier otra área de enseñanza; piensan que está bien ser homosexual practicante. Recuerdo escuchar a un erudito del Nuevo Testamento en una conferencia profesional relatar su historia hablar en una de sus reuniones [de la Evangelicals Concerned]: “Las personas estaban realmente preocupadas por lo que ibas a decir”, su anfitrión le dijo después de la reunión. “¿Por qué?”—preguntó sorprendido. “¡Sabes que no soy homofóbico!” Pero el anfitrión le aseguró diciendo “Oh, no, ese no es el problema”, “¡temían que fueras a ser muy crítico históricamente!”

Así que, ¿quiénes somos nosotros para decir que estos aparentemente honestos cristianos están equivocados?

Ahora bien, esa es una pregunta muy interesante. ¿Quiénes somos nosotros para decir que ellos están equivocados? Pero esta pregunta plantea incluso una pregunta aún más profunda, la cual necesitamos responder primero: ¿el bien y el mal realmente existen? Antes de que puedas determinar lo que está bien y lo que está mal, tienes que saber si el bien y el mal realmente existen.

Bien, ¿cuál es la base para decir que el mal y el bien existen, y que realmente hay una diferencia entre ellos? Tradicionalmente, la respuesta ha sido que la base de los valores morales están basados en Dios. Dios es, por naturaleza, perfectamente santo y bueno. Él es justo, amoroso, paciente, misericordioso, generoso—todo lo que es bueno proviene de Él y es un reflejo de su carácter.

Pues bien, la perfectamente buena naturaleza de Dios emite a nosotros mandamientos que se convierten en nuestros deberes morales. Por ejemplo, “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas” “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, “No matarás, robarás, o cometerás adulterio”. Estas cosas son buenas y malas basadas en los mandamientos de Dios, y los mandamientos de Dios no son arbitrarios, sino que fluyen necesariamente de su perfecta naturaleza.

Ese es el entendimiento cristiano del bien y el mal. Hay un ser que es Dios, quien hizo el mundo y nos creó para que le conozcamos. Él realmente ha ordenado ciertas cosas. Estamos realmente obligados a hacer ciertas cosas (y a no hacer otras). La moralidad no es sólo un asunto que está en tu cabeza. La moralidad es algo real. Cuando fallamos en guardar los mandamientos de Dios, realmente nos hacemos realmente culpables ante Él y necesitamos de su perdón. El asunto no es solamente que nos sintamos culpables; sino que en realidad somos culpables, sin importar como nos sintamos. Pudiera no sentirme culpable debido a mi conciencia insensible, una que está entorpecida por el pecado; pero si quebrantado la ley de Dios, soy culpable, independientemente de cómo me sienta.

Entonces, por ejemplo, si los Nazis hubiesen ganado la Segunda Guerra Mundial y obtenido éxito en lavarle el cerebro o exterminando a todos los que no estuvieran de acuerdo con ellos, de manera que todos pensaran que el Holocausto era bueno, aún habría estado mal, porque Dios dice que está mal, independientemente de la opinión humana. La moralidad está basada en Dios y, por lo tanto, el bien y mal existen y no son afectados por las opiniones humanas.

He hecho hincapié sobre este punto porque es muy extraño a lo que, en la actualidad, muchas personas en nuestra sociedad piensan. Hoy, muchas personas piensan del bien y el mal, no como un asunto de hecho, sino como un asunto de gusto. Por ejemplo, no hay ningún hecho objetivo de que el brócoli sabe bien. Sabe bien para algunas personas, pero sabe mal para otras. Pudiera que te sepa mal a ti, pero ¡sabe bien para mí! Las personas piensan que es lo mismo con los valores morales. Algo pudiera parecerte mal para ti, pero bien para mí. No hay ningún bien y mal real. Es sólo es un asunto de opinión.

Ahora bien, si Dios no existe, entonces pienso que esas personas tienen absolutamente toda la razón. En la ausencia de Dios, todo se vuelve relativo. Lo correcto e incorrecto se vuelven relativos a diferentes culturas y sociedades. Sin Dios, ¿quién puede decir que los valores de una cultura son mejores que los de otra? ¿Quién puede decir quién está correcto y quién está incorrecto? ¿De dónde vienen el bien y el mal? Richard Taylor, un filósofo estadounidense prominente quien, a propósito, no es cristiano, defiende ese punto con mucha énfasis. Veamos cuidadosamente lo que dice:

La idea de […] obligación moral es muy clara, provista ésa referencia a un dador de leyes superior… que aquellos de los que el Estado se comprende. En otras palabras, nuestras obligaciones morales pueden […] ser entendidas como esas que son impuestas por Dios.… Pero, ¿qué si este legislador superior al humano no se toma más en cuenta? ¿Sigue teniendo sentido el concepto de obligación moral.[1]

De acuerdo a Taylor, la respuesta a esa pregunta es “No.” Él dice: “El concepto de obligación moral es ininteligible aparte de la idea de Dios. Las palabras permanecen, pero se pierde su significado”.[2]

Él continúa diciendo:

La era moderna, más o menos repudiando la idea de un legislador divino ha, no obstante, tratado de retener las ideas del bien y mal morales, sin observar que al dejar de lado a Dios ellos también han abolido el significado de bien y mal. Por lo tanto, incluso personas cultas a veces declaran que tales cosas como la guerra, o el aborto, o la violación de ciertos derechos humanos son moralmente malas, y al declarar eso se imaginan que han dicho algo verdadero y significativo. Sin embargo, a las personas cultas no se le tiene que decir que preguntas como esas nunca han obtenido respuestas fuera de la religión.[3]

¿Entiendes lo que incluso este no-cristiano está diciendo? Si no hay Dios, ningún legislador divino, entonces no hay ley moral. Si no hay ley moral, entonces no hay bien y mal reales. Lo correcto e incorrecto simplemente son costumbres humanas y leyes que varían de sociedad en sociedad. Incluso si todas ellas concordaran, ellas sólo serían inventos humanos.

Entonces si Dios no existe, lo correcto e incorrecto tampoco existen. Todo se vale, incluyendo la homosexualidad. Así que una de las mejores maneras de defender la legitimidad del estilo de vida homosexual es de convertirte en ateo. Pero el problema es que muchos defensores de la homosexualidad no quieren convertirse en ateos. En particular, ellos quieren afirmar que el bien y el mal existen. Por ello, tú los escuchas haciendo juicios morales todo el tiempo, por ejemplo: “es incorrecto discriminar contra los homosexuales”. Y esos juicios morales no tienen el objetivo de ser relativos a la cultura o sociedad. Ellos condenarían una sociedad como la Alemania Nazi, la cual arrojaba a homosexuales a campos de concentración, junto con judíos y otros indeseables. Cuando el estado de Colorado en los Estados Unidos aprobó una enmienda que prohibía derechos especiales para homosexuales, Barbara Streisand llamó a un boicot del estado, diciendo: "El clima moral en Colorado se ha hecho inaceptable".

Pero hemos visto que esa clase de juicios de valor no son significativos a menos que Dios exista. Si Dios no existe, todo es permisible, incluso la discriminación y persecución de homosexuales. Pero eso no termina ahí: los asesinatos, violaciones, tortura, abuso infantil—ninguna de estas cosas sería mala, ya que sin Dios lo correcto e incorrecto no existen. Todo está permitido.

Así que si queremos poder hacer juicios morales sobre lo que está bien o mal, tenemos que afirmar que Dios existe. Pero entonces la misma pregunta con la que iniciamos: “¿Quién eres tú para decir que la homosexualidad es incorrecta?” se le puede hacer de vuelta a los activistas homosexuales: “¿Quién eres tú para decir que la homosexualidad es correcta?” Si Dios existe, entonces no podemos ignorar lo que Él tiene que decir sobre el tema. La respuesta adecuada a la pregunta “¿Quién eres tú […]?” Es “¿Yo? ¡Yo no soy nadie! Dios es quien determina lo correcto y lo incorrecto, y yo simplemente estoy interesado en aprender y obedecer lo que Él dice”.

Entonces déjenme resumir lo que hemos visto hasta ahora. La pregunta sobre la legitimidad del estilo de vida homosexual es una pregunta sobre lo que Dios tiene que decir al respecto. Si no hay Dios, entonces no hay bien ni mal, y no hay diferencia en qué estilo de vida tú escojas—el perseguidor de homosexuales es moralmente equivalente al partidario de la homosexualidad. Pero si Dios en efecto existe, entonces ya no podemos continuar sólo sobre la base de nuestras propias opiniones. Tenemos que descubrir lo que Dios piensa sobre el asunto.

Entonces ¿cómo tú descubres lo que Dios piensa? El cristiano dice que tienes que ver la Biblia. Y la Biblia nos dice que Dios prohíbe los actos [o prácticas] homosexuales. Por lo tanto ellos están equivocados.

De modo que el razonamiento va de la siguiente manera:

(1) Estamos todos obligados a hacer la voluntad de Dios.

(2) La voluntad de Dios está expresada en la Biblia.

(3) La Biblia prohíbe el comportamiento homosexual.

(4) Por lo tanto el comportamiento homosexual está en contra de la voluntad de Dios o es incorrecto.

Ahora, si alguien va a resistir este razonamiento, él tiene que negar el punto (2) de que la voluntad de Dios está expresada en la Biblia o el (3) de que la Biblia prohíbe el comportamiento homosexual.

Veamos el punto (3) primero: ¿Prohíbe, en efecto, la Biblia el comportamiento homosexual? Ahora bien, notemos de cómo formulé la pregunta. No pregunté “¿prohíbe la Biblia la homosexualidad?”, sino “¿prohíbe la Biblia el comportamiento homosexual?” Esta es una distinción importante. Ser homosexual es un estado o una orientación; una persona que tiene una orientación homosexual puede que nunca exprese esa orientación en acciones. En contraste, una persona puede involucrarse en actos [o prácticas] homosexuales incluso si tiene una orientación heterosexual. Ahora lo que la Biblia condena son las acciones o comportamiento homosexuales, no el tener una orientación homosexual. La idea de que una persona sea homosexual por orientación es una característica de la psicología moderna y puede haber sido desconocida para las personas en el mundo antiguo. Con lo que ellos estaban familiarizados era con prácticas homosexuales, y eso es exactamente lo que la Biblia prohíbe.

Ahora bien, esto tiene enormes implicaciones. Por una parte, eso significa que todo el debate sobre si la homosexualidad es algo con lo que naciste o es el resultado de como fuiste criado realmente no importa al final. Lo importante no es de cómo adquiriste tu orientación, sino qué haces con ella. Algunos defensores de la homosexualidad están muy ansiosos por probar que tus genes, y no tu crianza, determinan si eres homosexual porque entonces así la conducta homosexual es normal y correcta. Pero esta conclusión no se deduce. Sólo porque estás genéticamente predispuesto a un comportamiento no quiere decir que ese comportamiento sea moralmente bueno. Para dar un ejemplo: algunos investigadores sospechan que puede existir un gen que predisponga a algunas personas al alcoholismo ¿Significa eso que está bien que alguien con tal predisposición siga adelante y beba hasta que alegre su corazón y se convierta en un alcohólico? ¡Obviamente no! Si cualquier cosa, eso debería alertarle de abstenerse del alcohol para prevenir que ello suceda. Ahora la seria verdad sobre el asunto es que no entendemos a plenitud los papeles que la herencia y las circunstancias del nuestro ambiente desempeñan en producir la homosexualidad. Pero eso realmente no importa. Incluso si la homosexualidad fuese completamente genética, ese hecho por sí no lo haría diferente de un defecto de nacimiento como una fisura palatina o epilepsia. Eso no quiere decir que sea normal y que no deberíamos tratar de corregirla.

De todos modos, ya sea que la homosexualidad resulte como consecuencia de la genética o de la crianza, las personas generalmente no escogen ser homosexuales. Muchos homosexuales testifican cuán agonizante es encontrarse con estos deseos y luchar contra ellos, y ellos te dirán que nunca hubiesen escogido ser de esa forma. Y la Biblia no condena a una persona porque tenga una orientación homosexual. Lo que ella condena son las practicas o actos homosexuales. Es perfectamente posible ser homosexual y ser un cristiano nacido de nuevo, lleno del Espíritu Santo.

Así como un alcohólico que se encuentra sobrio todavía se pone de pie en una reunión de Alcohólicos Anónimos y dice: “Soy alcohólico,” también un homosexual que esté viviendo correctamente y que se esté manteniendo en pureza debe poder ponerse de pie una reunión de oración y decir “Soy homosexual. Pero por la gracia de Dios y el poder del Espíritu Santo, estoy viviendo castamente”. Y espero que tengamos el coraje y el amor para recibir a él o ella como hermano o hermana en Cristo.

Entonces, una vez más, la pregunta es: ¿prohíbe la Biblia el comportamiento homosexual? Bueno, ya dije que sí. ¡La Biblia es muy realista! Tal vez no pudieras esperar que ella mencionara un tema como el comportamiento homosexual, pero de hecho hay seis lugares en la Biblia—tres de ellos se encuentran en el Antiguo Testamento y tres en el Nuevo Testamento—donde este tema se aborda de una manera directa—sin mencionar todos los textos que lidian con el matrimonio y la sexualidad los cuales tienen implicaciones para este asunto. En todos los seis textos, se condenan los actos homosexuales inequívocamente.

En Levítico 18:22, la Biblia dice que es una abominación que un hombre se acueste con otro hombre como quien se acuesta con una mujer. En Levítico 20:13 se ordena la pena de muerte en Israel para tal acto, juntamente con el adulterio, incesto y bestialidad. Ahora bien, a veces algunos defensores de la homosexualidad no le dan importancia a estas prohibiciones porque las comparan con prohibiciones del Antiguo Testamento de tener contacto con animales impuros como los cerdos. Así como los cristianos hoy no obedecen todas las leyes ceremoniales del Antiguo Testamento, tampoco, dicen ellos, nosotros debemos obedecer las prohibiciones de no cometer actos homosexuales. Pero el problema con este argumento es que el Nuevo Testamento reafirma la validez de las prohibiciones del Antiguo Testamento del comportamiento homosexual, como veremos más adelante. Esto muestra que esas prohibiciones no sólo son parte de las leyes ceremoniales del Antiguo Testamento, las cuales se eliminaron, sino que ellas eran parte de la ley moral eterna de Dios. El comportamiento homosexual es, a la vista de Dios, un pecado serio. El tercer lugar en el Antiguo Testamento donde se mencionan actos homosexuales es la horrorosa historia en Génesis 19 del intento de violación en grupo (pandilla) que los hombres de Sodoma que visitaban a Lot querían cometer, de la cual se deriva la palabra “sodomía”. Dios destruyó la ciudad de Sodoma por causa de su maldad.

Ahora, como si esto no fuese suficiente, el Nuevo Testamento también prohíbe el comportamiento homosexual. En 1 Corintios 6:9-10 el apóstol Pablo escribe: ¿O no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os dejéis engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios”. Las palabras en la lista aquí que se traducen como “ni los afeminados, ni los homosexuales” se refieren en la literatura griega al compañero pasivo y activo en la relación sexual homosexual. (¡Como dije la Biblia es muy realista!) La segunda de estas dos palabras también se encuentra enlistada en 1 Tim. 1:10 junta con fornicarios, vendedores de esclavos, mentirosos y asesinos como “contraria a la sana doctrina” El trato más extenso de la actividad homosexual se encuentra en Romanos 1:24-28. Aquí Pablo habla sobre como las personas se han desviado del Dios Creador y, en vez, han comenzado a adorar falsos dioses hechos a imagen de ellos mismos. Él dice,

Por consiguiente, Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos; porque cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, quien es bendito por los siglos. Amén.

Por esta razón Dios los entregó a pasiones degradantes; porque sus mujeres cambiaron la función natural por la que es contra la naturaleza; y de la misma manera también los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lujuria unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos el castigo correspondiente a su extravío.

Eruditos liberales han hecho acrobacias para tratar de explicar el sentido claro de estos versículos. Algunos de ellos han dicho que Pablo simplemente está condenando la práctica pagana de los hombres explotando sexualmente a [niños] jóvenes. Pero esa interpretación es obviamente errónea, ya que Pablo dice en los versículos 24 y 27 que estos actos homosexuales de hombres son cometidos “unos con otros” y en el versículo 26 él también habla de actos homosexuales lésbicos. Otros eruditos han dicho que Pablo está solamente condenando a heterosexuales que participan en actos homosexuales, no a los homosexuales que lo hacen. Pero esa interpretación está ingeniada y es anacrónica. Ya hemos dicho que es simple y llanamente fue en tiempos modernos donde se ha desarrollado la idea de orientación heterosexual u homosexual. Lo que Pablo está condenando son actos homosexuales, independientemente de la orientación sexual. Dado el trasfondo del Antiguo Testamento de este texto y también lo que Pablo dice en 1 Corintios 6:9-10 y en 1 Timoteo 1:10, está bien claro que Pablo está prohibiendo aquí dichos actos. Él ve ese comportamiento como la evidencia de una mente corrompida que se ha apartado de Dios y que ha sido abandonada por Él debido a la depravación moral.

Por lo tanto, la Biblia es muy directa y clara cuando en lo que trata con el comportamiento homosexual. La homosexualidad es contraria al diseño de Dios y es pecado. Incluso si no hubiesen todos estos textos explícitos que lidian con los actos homosexuales, tales prácticas aún serían prohibidas bajo el mandamiento “No cometerás adulterio”. El plan de Dios para la actividad sexual humana es de ella sea reservada para el matrimonio; cualquier actividad sexual fuera de la seguridad del lazo matrimonial—ya sea sexo pre-marital o sexo extramarital, ya sea heterosexual u homosexual—está prohibido. El sexo está diseñado por Dios para el matrimonio.

Alguien pudiera decir que si la intención de Dios para el sexo era dentro del matrimonio, ¡entonces dejemos que los homosexuales se casen y así ellos no estarían cometiendo adulterio! Pero esa sugerencia mal interpreta por completo la intención que Dios tiene para el matrimonio. En la historia de la creación de Génesis, se nos dice cómo Dios hizo a la mujer. La creó como la compañera idónea para el hombre, su complemento perfecto y regalo de Dios. Luego dice “Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. Este es el patrón de Dios para el matrimonio y en el Nuevo Testamento, Pablo cita este mismo texto y dice, “Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia” (Ef. 5:32). Pablo dice que la unión entre un hombre y su esposa es un símbolo viviente de la unidad de Cristo con su pueblo, la Iglesia. Cuando pensamos en esto, podemos ver cuán terrible sacrilegio, la gran burla del plan de Dios, que es la unión homosexual. Ella contradice la intención de Dios que Él tiene para la humanidad desde el momento de la creación.

Lo anterior también muestra cuán absurdo es cuando algunos defensores de los homosexuales dicen, “Jesús nunca condenó el comportamiento homosexual, así que ¿por qué deberíamos hacerlo nosotros? Jesús no mencionó específicamente muchas cosas que nosotros sabemos que están mal, como la bestialidad o la tortura, pero eso no quiere decir que las aprobó. Lo que Jesús sí hace es citar del Génesis para afirmar el patrón de Dios para el matrimonio como base para su propia enseñanza sobre el divorcio. En Marcos 10:6-8, él dice, “pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno”. El que dos hombres se hagan una sola carne en la relación homosexual sería una violación al orden y propósito creado por Dios. Él creó al hombre y a la mujer para ser indisolublemente unidos en matrimonio, no dos hombres o dos mujeres.

Entonces para repasar, la Biblia clara y consistentemente prohíbe la actividad homosexual. Así que si la voluntad de Dios está expresada en la Biblia, se deduce que el comportamiento homosexual está en contra de la voluntad de Dios.

Pero supongamos que alguien niega el punto (2) de que la voluntad de Dios está expresada en la Biblia. Supongamos que esa persona diga que las prohibiciones contra el comportamiento homosexual fueron válidas para ese tiempo y cultura pero que no son válidas hoy. Después de todo, la mayoría de nosotros probablemente estaríamos de acuerdo que ciertos mandamientos en la Biblia son relativos a la cultura. Por ejemplo, la Biblia dice que las mujeres no deben usar joyas y que los hombres no deben tener el cabello largo. Pero la mayoría de nosotros diría que a pesar de que esos mandamientos sí tienen un fundamento atemporalmente válido—como, por decir, el mandato de vestir moderadamente—ese fundamento principal puede ser diferentemente expresado en variadas culturas. De la misma manera, algunas personas están diciendo que las prohibiciones de la Biblia contra el comportamiento homosexual ya no son válidas para nuestro tiempo.

Pero creo que esa objeción representa un mal entendido serio. No hay evidencia de que los mandamientos de Pablo relacionados a las prácticas homosexuales son culturalmente relativos. ¡Lejos de ser un reflejo de la cultura en la que él escribió, los mandamientos de Pablo son completamente contraculturales! La actividad homosexual estaba tan ampliamente practicada en la sociedad de la antigua Grecia y la antigua Roma como hoy en los Estados Unidos e, incluso así, Pablo luchó contra la cultura y se opuso a ella. Más importante, hemos visto que las prohibiciones de la Biblia contra la actividad homosexual está arraigada, no en la cultura, sino en el patrón dado por Dios para el matrimonio el cual estableció en la creación. Tú no puedes negar que la prohibición de la Biblia de las relaciones homosexuales expresa la voluntad de Dios a menos que también tú rechaces que el matrimonio mismo expresa la voluntad de Dios.

Pues, supongamos que alguien se vaya a un extremo y diga: “Creo en Dios, pero no en el Dios de la Biblia. Así que no creo que la Biblia exprese la voluntad de Dios”. ¿Qué tú le dirías a esa persona?

Me parece que hay dos maneras de responder. Primero, podrías tratar de mostrar que Dios se ha revelado así mismo en la Biblia. Esta es la labor de la Apologética Cristiana. Tú pudieras hablar sobre la evidencia de la resurrección de Jesús o de profecía cumplida. La Escritura realmente nos manda a que, como creyentes, tengamos lista esa defensa para compartirla con cualquiera que nos cuestione sobre el porqué creemos lo que creemos (1 Pedro 3:15).

O, en segundo lugar, podrías tratar de demostrar que el comportamiento homosexual está mal recurriendo a las verdades morales que son generalmente aceptadas, las cuales incluso personas que no creen en la Biblia aceptan. Mientras esta estrategia es más difícil, no obstante, creo que es crucial si nosotros, como cristianos, vamos a tener un impacto en nuestra cultura contemporánea. Estamos viviendo en una sociedad que es más y más secular, más y más pos-cristiana. No podemos simplemente apelar a la Biblia si vamos a influenciar los legisladores o escuelas públicas u otras instituciones porque la mayoría de las personas ya no creen en la Biblia. Necesitamos dar razones que tengan una apelación más amplia.

Por ejemplo, creo que muchas personas estarían de acuerdo con el principio de que está mal involucrarse en un comportamiento autodestructivo. Pues dicho principio destruye a un ser humano que es intrínsecamente valioso. Por lo tanto, muchas personas, pienso yo, dirían que está mal convertirte en un alcohólico o un fumador compulsivo. Ellos dirían que es bueno comer bien y mantenerse en forma. Además, pienso que casi todos estarán de acuerdo con el principio de que es malo involucrarse en un comportamiento que hiera a otra persona. Por ejemplo, restringimos el fumar a ciertas áreas o lo prohibimos por completo para que otras personas no tengan que inhalar humo de segunda mano, y aprobamos leyes contra conducir en estado de ebriedad para que personas inocentes no salgan heridas. Casi todos están de acuerdo de que tú no tienes derecho de involucrarte en un comportamiento que sea destructivo a otro ser humano.

Pero no es difícil de demostrar que el comportamiento homosexual es uno de los comportamientos más autodestructivos y dañinos en el que una persona se pueda involucrar. Este hecho no es ampliamente divulgado. Hollywood y los medios de comunicación están incasablemente empeñados en ponerle un rostro feliz a la homosexualidad, a pesar de ser un estilo de vida oscuro, distorsionado y peligroso, justamente tan adictivo y destructivo como el alcoholismo o el fumar. Las estadísticas reveladoras que compartiré con ustedes están completamente documentadas por el Dr. Thomas Schmidt en su extraordinario libro “Straight and Narrow” [Derecho y Estrecho].[4]

Para comenzar, hay una promiscuidad casi compulsiva asociada con el comportamiento homosexual. 75% de los hombres homosexuales tienen más de 100 parejas sexuales durante el transcurso de su vida. Más de la mitad de esos compañeros son personas desconocidas. Sólo 8% de los hombres y 7% de las mujeres homosexuales han tenido una relación que dure más de tres años. Nadie sabe la razón para esa extraña y obsesiva promiscuidad. Pudiera ser que los homosexuales están tratando de satisfacer una necesidad psicológica profunda con encuentros sexuales, y sencillamente eso no es satisfactorio. Los varones homosexuales promedian más de 20 parejas al año. Según Dr. Schmidt,

El número de hombres homosexuales que experimentan algo como una fidelidad de por vida es, estadísticamente hablando, casi insignificante. La promiscuidad entre los hombres homosexuales no es un mero estereotipo, y no es meramente la experiencia de la mayoría—es virtualmente la única experiencia. La fidelidad de por vida es casi inexistente en la experiencia homosexual.

Asociado con esa promiscuidad compulsiva está el gran uso de drogas por los homosexuales para elevar sus experiencias sexuales. Los homosexuales en general son tres veces más propensos a ser bebedores de alcohol que la población en general. Estudios muestran que 47% de los hombres homosexuales tienen una historia de abuso de alcohol y 51% tienen una historia de abuso de drogas. Hay una correlación directa entre el número de parejas (compañeros sexuales) y la cantidad de drogas consumidas.

Además, según Schmidt, “Hay evidencia abrumadora de que ciertos desórdenes mentales ocurren con mucha más frecuencia entre los homosexuales”. Por ejemplo, 40% de los hombres homosexuales tienen una historia de depresión grave. Eso se compara con sólo el 3% de los varones en general. De igual manera, 37% de las mujeres homosexuales tienen una historia de depresión. Esto conlleva, a su vez, a tasas altas de suicidio. Los homosexuales son tres veces más propensos a contemplar suicidio que la población en general. De hecho, los hombres homosexuales tienen una tasa de intento de suicidio seis veces mayor que el de los hombres heterosexuales y las mujeres homosexuales intentan el suicidio dos veces más frecuente que las mujeres heterosexuales. La depresión y el suicidio no son los únicos problemas. Hay estudios que muestran que los homosexuales tienen más probabilidad de ser pedófilos que los hombres heterosexuales. Cualesquiera sean las causas de estos desordenes, el hecho permanece que cualquier persona que esté contemplando un estilo de vida homosexual no debería hacerse ilusiones sobre qué se está metiendo.

Otro secreto muy bien guardado es cuán físicamente peligroso es el comportamiento homosexual. No describiré los tipos de actividad sexual practicados por homosexuales, sólo permítanme decir que nuestros cuerpos, de hombres y mujeres, están diseñados para la relación sexual de una forma en la que dos cuerpos masculinos no lo están. Como resultado, la actividad homosexual (de la cual 80% es llevada a cabo por hombres) es muy destructiva, resultando con el tiempo en tales problemas como daño de próstata, úlceras y desgarros, incontinencia crónica y diarrea.

Además de estos problemas físicos, las enfermedades sexualmente transmitidas están desenfrenadas entre la población homosexual. 75% de los hombres homosexuales llevan consigo una o más enfermedades sexualmente transmitidas, totalmente aparte del SIDA. Esas enfermedades incluyen toda clase de infecciones no-virales como gonorrea, sífilis, infecciones bacterianas y parásitos. También son comunes entre los homosexuales las infecciones virales como herpes y hepatitis B (que aflige el 65% de hombres homosexuales), las cuales son incurables, tal como la hepatitis A y las verrugas anales (las cuales afectan el 40% de hombres homosexuales). Y ni siquiera he incluido el SIDA. Probablemente la estadística más impactante y atemorizante es que, dejando de lado aquellos que mueren de SIDA, la expectativa de vida de un hombre homosexual es de 45 años. Eso se compara con la expectativa de vida de alrededor de 70 años para los hombres en general. Si tú incluyes aquellos que mueren de SIDA, el que ahora infecta al 30% de los hombres homosexuales, la expectativa de vida cae a 39 años de edad.

Por lo tanto, pienso que se puede formular un caso muy sólido sobre la base de los principios generalmente aceptados de que el comportamiento homosexual es malo. Es terriblemente autodestructivo y perjudicial hacia otra persona. Por lo tanto, totalmente aparte de la prohibición bíblica, hay razones sólidas y sensibles para considerar la actividad homosexual como mala.

Ahora bien, esto tiene implicaciones muy importantes para la política pública concerniente al comportamiento homosexual. Pues las leyes y las políticas públicas están basadas en esos principios morales que son generalmente aceptados. Es por eso que, por ejemplo, tenemos leyes que regulan la venta de alcohol en muchas maneras o leyes que prohíben las apuestas o regulaciones que restringen el fumar. Estas restricciones sobre la libertad individual se imponen para el bien general. De la misma manera, algunos estados, como nuestro estado madre Georgia, tiene leyes que prohíben la sodomía, y la Suprema Corte ha decretado que tales leyes son constitucionales. A pesar de que esa ley es, sin duda, inexigible, es legal a luz de los riesgos de salud que plantea ese comportamiento.

Ahora bien, en otros casos, leyes exigibles por la ley que regulen la homosexualidad pudieran ser propuestas y los cristianos tendremos que pensar mucho sobre ellas de forma individual. Por ejemplo, un cristiano no verá una buena razón de por qué no se le deba garantizar a personas homosexuales una oportunidad equitativa en comprar o rentar una casa. Pero yo pudiera imaginarme bien que un cristiano pueda oponerse a una propuesta de ley que garantice oportunidades equitativas para homosexuales. Pues algunos trabajos pudieran ser inapropiados para tales personas. Por ejemplo, ¿Te gustaría que una lesbiana practicante fuera la maestra de educación física de tu hija en la escuela? ¿Te gustaría que el entrenador de tu hijo fuese un homosexual, quien estaría en los vestidores con los chicos? Yo, por mi parte, no apoyaría tal ley que obligaría a las escuelas públicas a emplear a tales individuos.

O, otra vez, ¿deberían las clases de salud en las escuelas públicas enseñar que la homosexualidad es un estilo de vida legítimo?, o ¿se les deberían dar a los estudiantes lecturas como Heather has Two Mommies (Heather tiene dos mamás)?, ¿deberían las uniones homosexuales ser reconocidas al mismo nivel legal que los matrimonios heterosexuales?, ¿deberá permitírseles a los homosexuales adoptar niños? En todos estos casos, uno podría argumentar a favor de restricciones sobre las libertades homosexuales en base al bien y a la salud pública. Esto no es un asunto de imponer los valores personales sobre otras personas, ya que está basado en los mismos principios morales generales que son usados, por ejemplo, para prohibir el uso de droga o para aprobar leyes de armas de fuego. Libertad no significa licencia para involucrarse en acciones que hieran a otras personas.

Para resumir, hemos visto, primeramente, que el bien y el mal son reales porque están basados en Dios. Así que si queremos averiguar lo que es bueno y malo, deberíamos ver lo que dice Dios al respecto. En segundo lugar, vimos que la Biblia consistente y claramente prohíbe las prácticas actos homosexuales, tal y como lo hace con todos las prácticas sexuales fuera del matrimonio. En tercer lugar, vimos que la prohibición de la Biblia de tal comportamiento no puede ser explicado convincentemente solamente como un reflejo del tiempo y la cultura en que fue escrita porque está fundamentada en el plan divino de Dios para el matrimonio entre un hombre y una mujer. Además, incluso aparte de la Biblia, hay principios morales generales aceptados los cuales implican que el comportamiento homosexual es incorrecto.

Ahora, ¿qué aplicaciones prácticas tiene todo esto para nosotros como individuos?

En primer lugar, si eres homosexual o sientes esa inclinación, mantente puro. Si eres soltero, deberías practicar abstinencia de toda actividad sexual. Sé que eso es difícil, pero realmente lo que Dios te está pidiendo es básicamente la misma cosa que Él requiere de todas las personas solteras. Eso significa no sólo que mantengas tu cuerpo puro, sino que en especial mantengas tu mente pura. Así como los hombres heterosexuales deberían evitar la pornografía y las fantasías, tú también, necesitas mantener tus pensamientos limpios. Resiste la tentación de racionalizar o justificar el pecado diciendo, “Dios me hizo de esta manera”. Dios ha dejado muy en claro que Él no quiere que complazcas tus deseos, sino que tú le honres manteniendo tu mente y cuerpo puros. Por último, busca consejería cristiana profesional. Con tiempo y esfuerzo, puedes llegar a disfrutar relaciones normales heterosexuales con tu conyugue. Hay esperanza.

Vulgar words or jokes about homosexuals should never pass the lips of a Christian. If you find yourself feeling glad when some affliction befalls a homosexual person or you find feelings of hatred welling up in your heart toward homosexual people, then you need to reflect long and hard on the words of Jesus recorded in Matthew: “it will be more tolerable on the Day of Judgement for Sodom and Gomorrah than for you” (Mt. 10.15; 11.24).

En segundo lugar, para aquellos que son heterosexuales, necesitamos recordar que ser homosexual, como tal, no es pecado. La mayoría de los homosexuales no escogieron tener tal orientación y quisieran cambiar si pudieran. Necesitamos aceptarlos y con amor apoyar a los hermanos y hermanas que están luchando con este problema. Y, en general, necesitamos extender el amor de Dios a las personas homosexuales. Palabras vulgares o bromas sobre personas homosexuales nunca deberán pasar por los labios de un cristiano. Si te encuentras a ti mismo sintiéndote alegre cuando alguna aflicción sobreviene a una persona homosexual o sentimientos de odio se encuentran brotando en tu corazón hacia personas homosexuales, entonces necesitas reflexionar profundamente en las palabras de Jesús escritas en Mateo: “Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti”(Mateo 10:15; 11:24).

  • [1]

    Richard Taylor, Ethics, Faith, and Reason (Englewood Cliffs, N.J.: Prentice-Hall, 1985), pp. 83-4.

  • [2]

    Ibid.

  • [3]

    Ibid., pp. 2-3.

  • [4]

    Thomas Schmidt, Straight and Narrow? (Downer’s Gove, Ill.: Inter-Varsity Press, 1995).